Por Robert Molina
Se conoce como gula ese mecanismo humano caracterizado por el apetito desmedido en el comer y el beber.
La “gula de poder” es el gran pecado político que pone ante la vista del país la insaciabilidad del oficialismo de querer dirigir todos poderes del estado, como si viviéramos en un país regido por una dictadura y no disfrutáramos de la Democracia que tanto sudor y sangre costó a nuestros antecesores, que ofrendaron su vida para mutilar este flagelo.
Como dijera un pensador liberal, John Acton, nacido en Nápoles: "el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente".