Los países que han alcanzado
mayores niveles de desarrollo, se preocupan por sus cementerios, en donde su
existencia, concepto y ubicación, está vinculado a la necesidad de que los
campo santos sean vistos como parte de la historia misma.
Ya ha sido citado que el
valor de los cementerios es tal que “no en vano dos de las siete maravillas del
mundo antiguo –las Pirámides de Egipto y la tumba del Rey Mausolo– son
sepulturas.
Por lo que educar a las
personas que realizan la gestión de los cementerios es parte de lo que tienen
que poner en práctica nuestros gobiernos municipales, pues detrás de la existencia de estos hay
historias que contar, memorias que guardar y evidencias que almacenar.
En República Dominicana
los cementerios públicos están convertidos
desde hace mucho tiempo en lugares inhóspitos, arrabalizados, en donde no hay
respeto ni por el muerto y menos por los deudos. La solemnidad se rompe ante su
feo y sombrío panorama, rodeado de calles polvorientas, todo un lugar de película
de terror, con la inseguridad de si va hacer sorprendido por el delincuente que
los ocupa.
Esto lo han ido permitiendo
los alcaldes, pues nombran allí administradores que han convertido los espacios
públicos en botines políticos.
En la provincia Santo
Domingo los campos santos están presionados por el crecimiento y el desarrollo
que experimentan sus municipios, dejándolos como lugares detenidos en el tiempo
y dando paso a los cementerios privados con los estándares de los países
desarrollados.
En el municipio Santo Domingo
Este, su alcaldía, Alfredo Martínez, quiere
que le permitan asumir un préstamo de más de 300 millones de pesos para
construir uno de estos jardines santos, pero no es razón que por eso se deje el
cementerio Cristo Salvador como tierra de nadie y como país fantasma.
La oposición a la construcción
de un nuevo campo santo ha sido muy bien justificado y ciertamente como la construcción
de uno nuevo seria comprometer las futuras generación, esto es sencillo demuéstrenos
a los lugareños que esto se trata de un
acto más de especulado, pues estamos cansados nos tomen soquete pariguayo, etc.
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