Artículo:
Autor: Luis Maisichell Dicent
El proceso judicial en cualquier nación democrática
se erige como el pilar fundamental para salvaguardar los derechos y libertades
de cada uno de sus ciudadanos, independientemente de su condición
socioeconómica. En la República Dominicana, el sistema de justicia está
enfrentando un reto histórico en su búsqueda por mantener el equilibrio entre
la imparcialidad necesaria y la preservación de la honra de las personas
involucradas, especialmente durante las etapas investigativas de los
procedimientos penales.
El presidente
Luis Abinader se encuentra ante la encrucijada de fortalecer un sistema de
justicia independiente, pero también humanamente justo. Una justicia que debe
procurar no sólo el esclarecimiento de los hechos y la aplicación de la ley
sino también el respeto incondicional a la integridad moral y la presunción de
inocencia. En tiempos donde los escándalos y el sensacionalismo mediático a
menudo preceden a la verdad, es imperativo reevaluar la forma en que se manejan
las investigaciones y la información que de ellas se desprende.
Historias perturbadoras surgen tras los muros de las cárceles dominicanas, narrativas de vidas marcadas por la injusticia y el error judicial, donde acusaciones infundadas y expedientes manipulados no son desconocidos. Estas son voces que claman por un cambio en la administración de justicia, un cambio que vele por la verdad y por la reparación de aquellos que han sido víctimas de un sistema que a veces parece más interesado en castigar que en entender.
La independencia
judicial no debe confundirse con la beligerancia. No es una licencia para
iniciar conflictos que podrían extenderse por generaciones, sembrando semillas
de resentimiento y deseos de venganza en el tejido social de la nación. Más
bien, debería ser una manifestación del compromiso de la República Dominicana
con la equidad, la protección y la rehabilitación.
En este sentido,
un sistema fiscal que proteja al ciudadano se hace más necesario que nunca. Uno
en el cual las acusaciones se basen únicamente en lo que puede ser probado más
allá de toda duda razonable, y donde la filtración prejuiciosa de expedientes
sea un fantasma del pasado. Las filtraciones no son sino manifestaciones de
odios y de deseos oscuros que no tienen cabida en un sistema que se precie de
ser justo y objetivo.
La justicia debe
ser ciega, pero nunca indiferente al impacto que tiene sobre las vidas que
toca. Una persona que es exonerada pero que luego enfrenta un mundo que no
olvida ni perdona la sombra de la acusación, vive en una prisión sin muros. Es
esencial que el sistema de justicia de la República Dominicana no sólo se
enfoque en el veredicto, sino también en el después, en la reintegración de los
exonerados a la sociedad.
Es urgente que
reflexionemos sobre las consecuencias a largo plazo de una justicia que no
cuida la dignidad de aquellos a los que se dirige. ¿Qué pensamientos cruzan la
mente de un ciudadano marcado por la deshonra, un ciudadano que ve en el
escepticismo de sus compatriotas un recordatorio perpetuo de un calvario que no
debería haber sufrido?
La nación
dominicana enfrenta un desafío que es a la vez legal y moral. El llamado al
presidente Luis Abinader es claro: presidir un sistema que no solo distribuya
justicia, sino que también disemine compasión y fomente la sanación. El perdón
y la reconstrucción del tejido social deben caminar de la mano de un sistema
que entienda que la verdadera justicia es aquella que eleva y no la que
destruye.
El curso de la
justicia dominicana debe ser uno de prudencia y humanidad, para que aquellos
que han caído en desgracia bajo el peso de la ley puedan encontrar en su
resolución un puente hacia el perdón y no un abismo hacia el resentimiento. Así,
la justicia será no solo un mecanismo de ley, sino también un faro de esperanza.
A veces los
imperios golpean y golpean a un pueblo y cuando menos piensa aniquila al ser
amando de un jornalero cualquiera y compran sus infiernos. Recordemos que hizo
que William Wallace bañara con la sangre de sus vasallos el suelo de escocia.
Promovamos el amor y no el odio. "La Justicia en la Balanza: Entre el
Derecho y la Dignidad Humana en la República Dominicana"
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